La nueva temporada de La Casa de Alofoke 2 ha causado revuelo en República Dominicana. Más allá de la polémica habitual del reality show, la inclusión de señoras de la tercera edad como participantes ha abierto un fuerte debate: ¿es entretenimiento, inclusión o simplemente la degradación de los valores sociales?
El fenómeno del reality show en RD
Los reality shows han conquistado a las audiencias porque mezclan drama, humor, escándalo y convivencia. “La Casa de Alofoke” no es la excepción: cada temporada genera titulares, comentarios en redes y miles de interacciones. Sin embargo, con esta nueva edición, las críticas no se han hecho esperar.
Adultos mayores: ¿respeto o burla?
Muchos dominicanos se preguntan si incluir a personas de la tercera edad en un formato que suele girar en torno a discusiones, controversias y situaciones incómodas, representa un verdadero avance en diversidad o una forma de explotar la imagen de los mayores para conseguir rating.
- Para algunos, es positivo ver representación de la tercera edad en la televisión.
- Para otros, se trata de una exposición innecesaria que ridiculiza a un grupo que merece respeto y cuidado.
Impacto en la salud social y cultural
Más allá del entretenimiento, este tipo de contenidos plantea preguntas de fondo:
- ¿Qué valores estamos transmitiendo a los jóvenes cuando la polémica se convierte en norma?
- ¿Estamos normalizando la burla, el morbo y la confrontación como formas de entretenimiento?
- ¿Qué impacto tiene esto en la salud emocional de la sociedad, especialmente en los adolescentes que consumen estos programas?
Entre inclusión y degradación
La línea es muy fina: incluir adultos mayores podría ser una forma de visibilizar la vitalidad y la importancia de este grupo social, pero cuando la participación se centra en situaciones de escándalo, puede terminar reforzando la idea de que todo vale por rating.
Conclusión: un espejo de la sociedad
“La Casa de Alofoke 2” no es solo un programa de televisión. Es un reflejo de lo que consumimos, compartimos y validamos como sociedad. La gran pregunta que queda en el aire es:
¿Estamos ante una apertura inclusiva o frente a la degradación de nuestros valores sociales?







