Han pasado seis meses desde aquella trágica noche en Santo Domingo en la que el techo de la icónica discoteca Jet Set colapsó, dejando múltiples víctimas y una profunda huella en la memoria colectiva del país.
Lo que en principio se consideró un accidente estructural terminó convirtiéndose en un símbolo del dolor, la indignación y la necesidad de hablar abiertamente sobre salud mental y duelo en República Dominicana.
Un país que aún no sana
Para muchos dominicanos, Jet Set no era solo un lugar de entretenimiento: era parte de la historia musical, un espacio donde generaciones compartieron noches de alegría, conciertos y celebraciones.
Pero tras el colapso, la música se detuvo, dejando un eco de tristeza y confusión.
Las familias de las víctimas enfrentan un proceso de duelo complejo. Algunas, como las hijas de Nércida Anabel Melo Arias, han contado públicamente cómo su vida cambió por completo al convertirse en cuidadoras de sus hermanos huérfanos. Historias como estas han despertado una conversación nacional sobre la salud emocional, el trauma y la resiliencia.
Duelo colectivo y heridas psicológicas
De acuerdo con psicólogos dominicanos, el impacto emocional de tragedias públicas puede extenderse más allá de las víctimas directas.
“Cuando una comunidad entera presencia una catástrofe o siente que la justicia no llega, se genera una herida colectiva, una sensación compartida de vulnerabilidad”, explica algunos psicólogos clínicos.
En los meses siguientes al siniestro, aumentaron las consultas por ansiedad, insomnio, miedo a espacios cerrados y sentimientos de culpa en sobrevivientes, según reportes de centros de atención psicológica.
Sin embargo, el estigma hacia la salud mental aún limita que muchas personas busquen ayuda.
Cambios en la forma de ver la vida
El suceso de Jet Set también cambió la manera en que los dominicanos valoran la seguridad, la empatía y la salud emocional.
Cada aniversario o noticia relacionada con el caso revive el recuerdo, pero también impulsa una reflexión: la vida puede cambiar en segundos, y cuidarnos emocionalmente es tan importante como cuidar el cuerpo.
En redes sociales, miles de mensajes expresan solidaridad, frustración y la necesidad de que el país fortalezca sus instituciones, no solo desde lo técnico, sino desde lo humano. La tragedia ha unido a psicólogos, artistas y líderes sociales en campañas que promueven el acompañamiento emocional y el acceso gratuito a terapias breves de crisis.
Hacia una cultura del cuidado emocional
A seis meses de aquella noche, más que buscar culpables, muchos dominicanos buscan sanar.
Las heridas físicas cicatrizan, pero las mentales requieren atención constante.
El Ministerio de Salud Pública, junto a organizaciones comunitarias, ha comenzado a integrar programas de apoyo psicosocial en casos de emergencias colectivas, reconociendo que el bienestar mental es un pilar esencial de la salud pública.
La tragedia del Jet Set nos recuerda que el entretenimiento, la seguridad y la salud emocional están profundamente conectados.
Cada pérdida deja una enseñanza y, como sociedad, debemos apostar a la empatía, la prevención y el acompañamiento psicológico como herramientas para reconstruirnos.
Reflexión final
El colapso de Jet Set no solo derrumbó un edificio: derrumbó silencios.
Despertó la necesidad urgente de hablar sobre la salud mental en República Dominicana.
Sanar no es olvidar; es aprender a vivir con lo vivido, acompañándonos como país en ese proceso.
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