La migración es, desde hace décadas, parte esencial de la historia dominicana. Todos conocemos a alguien que se fue a Estados Unidos, España, Italia, Chile o cualquier otro país “en busca de un mejor futuro”. Sin embargo, muy poco se habla del costo emocional que paga la persona que se va… y la familia que se queda.
Y aún menos se habla del momento en que muchos deciden regresar, ya sea por nostalgia, dificultades, razones legales o simplemente por deseo de volver a empezar en su tierra.
Este artículo explora el impacto psicológico y emocional de ese ciclo —irse y regresar— que marca a miles de familias dominicanas. No solo con datos: también con situaciones reales que viven diariamente padres, hijos, parejas y abuelos.
El momento de partir: una despedida que se queda en el alma
Para muchos dominicanos, migrar no es un lujo ni una aventura; es una necesidad.
Pero detrás de la decisión se esconde un fuerte choque emocional:
- Ansiedad por lo desconocido
- Culpa por dejar atrás a la familia
- Miedo a fallar o a no adaptarse
- Esperanza de construir una vida mejor
Una madre dominicana que emigró a Nueva York lo describe así:
«El avión despegó y sentí que se me partía el pecho. Iba buscando oportunidades, pero dejaba mi corazón aquí.»
Ese sentimiento es común y, según psicólogos dominicanos, genera:
- estrés crónico
- trastornos del sueño
- tristeza persistente
- sensación de soledad
- choque cultural al llegar al nuevo país
La persona migrante enfrenta una vida desde cero, generalmente trabajando mucho, enviando remesas y tratando de no defraudar las expectativas.
La familia que se queda: un duelo silencioso
Las familias que se quedan en República Dominicana también atraviesan un proceso emocional complejo.
1. Los hijos
Muchos niños crecen con la frase: “Mami/Papi está afuera trabajando”.
Esto genera:
- apego inseguro
- sentimientos de abandono
- problemas de conducta
- bajo rendimiento escolar
- dificultad para expresar emociones
Aunque los padres envíen dinero, el niño extraña el abrazo, la presencia, la atención. Algunas abuelas lo explican muy claro:
«Yo lo crío, pero su mamá es insustituible.»
2. Las parejas
La distancia pone a prueba todo:
- comunicación
- fidelidad
- confianza
- proyectos en común
Muchas relaciones no sobreviven los años de separación.
Otras sí, pero quedan marcadas por resentimiento o por la sensación de haber vivido vidas paralelas.
3. Los padres y abuelos
Los adultos mayores extrañan profundamente a sus hijos, sobre todo cuando enfrentan enfermedades o soledad.
El orgullo por el éxito de sus hijos migrantes se mezcla con un dolor callado.
El regreso: emoción, choque y ajustes difíciles
No todo migrante dominicano se queda para siempre en el extranjero. Muchos deciden regresar al país por razones variadas:
- nostalgia por su tierra
- sentirse “extraño” en otro país
- deseo de estar con sus padres envejeciendo
- búsqueda de calidad de vida
- problemas económicos
- temas legales o migratorios
- necesidad de empezar de cero
El regreso suele idealizarse, pero también tiene un fuerte impacto emocional.
1. El choque cultural inverso
Regresar no es lo mismo que visitar.
Volver a vivir aquí puede provocar:
- frustración con trámites burocráticos
- choque con el costo de vida
- dificultad para encontrar empleo
- expectativas que no se cumplen
- sentirse “de aquí, pero ya no tanto”
Muchos migrantes experimentan un “duelo doble”: por el país que dejaron y por el que ya no sienten igual al volver.
2. Los hijos que nunca vivieron aquí
Para los hijos nacidos o criados afuera, venir a RD implica:
- adaptarse al calor, idioma, sistema educativo
- enfrentar bullying por el acento o la forma de vestir
- sentirse “ni de aquí ni de allá”
Esto puede causar ansiedad, rebeldía o problemas de identidad.
3. Reencuentro familiar: alegría mezclada con tensiones
El abrazo de regreso es hermoso, pero luego llegan:
- choque de costumbres
- resentimientos guardados
- ajustes económicos
- roles familiares que han cambiado
- expectativas irreales
El retorno es hermoso, pero complejo.
Impacto en la salud mental: heridas invisibles
Los psicólogos en RD reconocen que la migración es un factor importante en:
- depresión
- ansiedad
- estrés postraumático (en casos de experiencias traumáticas)
- problemas de autoestima
- rupturas familiares
- consumo de alcohol o sustancias
- sentimientos de fracaso o culpa
Tanto irse como regresar son procesos emocionalmente intensos que requieren apoyo.
¿Cómo sanar y adaptarse? Recomendaciones prácticas
1. Terapia psicológica
Especialmente útil en casos de trauma migratorio, desarraigo o conflicto familiar.
2. Comunicación honesta en la familia
Hablar de heridas, miedos y expectativas evita resentimientos.
3. Paciencia en la adaptación
Tanto para el país de llegada como de regreso.
4. Crear red de apoyo local
Amigos, familiares, iglesias, grupos comunitarios.
5. Establecer rutinas saludables
Ejercicio, sueño, lectura, actividades sociales.
Un tema que toca a todos: una conversación necesaria en RD
La migración es parte del ADN dominicano.
Pero es hora de hablar también del corazón, de la nostalgia, del dolor y de la salud mental que se afecta cuando alguien parte y cuando alguien vuelve.
Cada dominicano que se va deja una historia inconclusa.
Cada dominicano que regresa trae una historia que todavía necesita ser contada y sanada.
“¿Crees que irse del país duele más… o regresar después de muchos años? ¿Por qué?”
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