Morir cuesta más de lo que imaginas
Dicen que la muerte es lo único seguro en la vida. Lo que nadie te dice es cuánto cuesta morir.
En República Dominicana, un funeral puede costar desde RD$50,000 hasta más de RD$400,000, dependiendo de la funeraria, el ataúd, la capilla y los servicios adicionales.
Para una familia de ingresos medios o bajos, perder a un ser querido no solo es un golpe emocional… también un golpe financiero devastador.
El negocio detrás del dolor
Las funerarias, crematorios y cementerios se han convertido en uno de los sectores más lucrativos del país.
Ofrecen “paquetes de paz” y “planes de descanso eterno” que suenan reconfortantes, pero esconden precios que se disparan con cada detalle: flores, velas, música, ataúd, transporte, alquiler de sala, seguridad, e incluso el café para los asistentes.
“Mi madre murió un lunes y el gasto superó los 120 mil pesos. Ni tiempo para llorar tuve, todo era firmar y pagar”, cuenta una lectora desde Santiago.
En momentos de duelo, las familias aceptan precios sin cuestionar, por miedo o desesperación, sin saber que están entrando en una industria donde el dolor se monetiza.
Enterrar a un ser querido: un lujo en tiempos de crisis
Con la inflación, los precios del terreno en cementerios han subido más de un 30% en los últimos cinco años.
En algunos camposantos privados, una parcela puede costar más de RD$200,000, sin contar los gastos de mantenimiento anual.
Mientras tanto, los cementerios públicos —donde se supone que el entierro es gratuito— están saturados, deteriorados y sin mantenimiento adecuado.
Esto deja a las familias más humildes entre dos opciones igual de dolorosas: endeudarse para despedir dignamente o aceptar condiciones indignas.
💸 Los seguros funerarios: ¿alivio o trampa financiera?
Los planes funerarios y seguros de previsión ofrecen tranquilidad… hasta que llega la hora de usarlos.
Muchos dominicanos descubren tarde que las coberturas son limitadas o no aplican en todos los casos.
Algunos planes solo cubren el ataúd básico o el transporte local, pero no la capilla, la cremación o los servicios religiosos.
Lo que parecía una inversión preventiva termina siendo otro gasto inesperado en el peor momento.
El costo emocional y psicológico del dinero
El dolor de perder a alguien se multiplica cuando el dinero interrumpe el duelo.
Muchos familiares tienen que salir a pedir préstamos, vender pertenencias o hacer colectas para cubrir gastos.
Esto no solo genera estrés, sino también culpa y resentimiento, especialmente cuando se siente que la despedida no estuvo “a la altura”.
💬 “No pude pagar la caja que quería para mi padre. Sentí vergüenza y rabia. Como si su valor se midiera en pesos”, confiesa otra lectora desde Santo Domingo Este.
Una reflexión necesaria: ¿cuánto vale despedir a alguien con dignidad?
En una sociedad donde todo tiene precio, hasta la muerte se ha convertido en un negocio rentable.
No se trata de culpar al sector funerario, sino de reflexionar sobre cómo el sistema empuja a las familias a medir el amor con el bolsillo.
Morir no debería ser un lujo. Despedir a alguien con dignidad debería ser un derecho, no un privilegio.
Conclusión: lo que realmente deja huella
La verdadera despedida no está en el mármol ni en las flores, sino en la memoria y el amor que permanece.
La industria puede poner precio a la caja, pero no al cariño.
Y quizás la pregunta que todos deberíamos hacernos no es cuánto cuesta morir, sino cuánto valor damos a vivir con humanidad, incluso hasta el final.
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