Tormentas e inundaciones: ¿estamos realmente preparados en República Dominicana?

Cuando el cielo se oscurece: el impacto real de las tormentas en el país

Cada temporada ciclónica, República Dominicana revive la misma pregunta: ¿estamos listos para enfrentar un huracán o una gran inundación? A pesar de los avances en tecnología y comunicación, los desastres naturales siguen cobrando vidas, destruyendo hogares y afectando la economía nacional.

Las lluvias intensas y los vientos huracanados no solo dejan daños materiales. También exponen las debilidades estructurales de muchas comunidades: viviendas en zonas vulnerables, sistemas de drenaje colapsados, falta de educación preventiva y una cultura que aún tiende a subestimar la fuerza de la naturaleza.

Inundaciones: el enemigo silencioso después de la tormenta

Una de las consecuencias más devastadoras de las tormentas tropicales son las inundaciones. Estas pueden surgir en cuestión de minutos y arrasar con todo a su paso. Pero lo más preocupante no es solo el agua, sino lo que viene después: contaminación, enfermedades como leptospirosis, dengue o infecciones cutáneas, y el desplazamiento de familias enteras.

Muchas veces, las inundaciones no son solo producto de la lluvia, sino de la imprudencia humana: basura que obstruye alcantarillas, construcciones en zonas de riesgo y desatención de las advertencias de las autoridades. ¿Hasta qué punto la responsabilidad es del Estado y hasta qué punto es de la ciudadanía?

Qué hacer (y qué no hacer) ante una tormenta o huracán

Qué hacer:

  • Mantén siempre a la mano un kit de emergencia con linterna, baterías, agua, alimentos no perecederos y botiquín básico.
  • Desconecta aparatos eléctricos y corta el suministro de gas si es posible.
  • Refúgiate en una zona segura o en los albergues oficiales si vives cerca de ríos, cañadas o zonas propensas a deslaves.
  • Escucha los boletines del COE (Centro de Operaciones de Emergencias) y sigue las indicaciones sin improvisar.

Qué no hacer:

  • No intentes cruzar ríos o calles inundadas, aunque parezcan poco profundas.
  • No te expongas a los vientos para grabar videos o hacer transmisiones en redes sociales (sí, aún pasa).
  • No ignores las alertas ni las recomendaciones oficiales. La desobediencia cuesta vidas.

Después del huracán: los peligros que persisten

Cuando el cielo se despeja, el peligro no desaparece. Las aguas contaminadas pueden provocar brotes de enfermedades. Las estructuras debilitadas, los cables eléctricos caídos y los alimentos en mal estado también representan riesgos graves.

Además, la salud mental juega un papel importante. La ansiedad, el miedo y la pérdida material pueden afectar significativamente el bienestar emocional de las familias. En estos casos, el acompañamiento psicológico y comunitario es tan vital como la ayuda material.

Debate abierto: ¿Falta prevención o falta conciencia?

Muchos dominicanos opinan que el país necesita mejores infraestructuras y políticas de gestión de riesgos. Otros creen que la raíz del problema es la falta de cultura preventiva.

¿De qué sirve un plan de emergencia si las personas no lo toman en serio?
¿Y de qué sirve la conciencia ciudadana si el Estado no garantiza seguridad estructural y drenajes eficientes?

La verdad es que ambos factores se necesitan mutuamente. Las tormentas no se pueden evitar, pero los desastres sí se pueden prevenir.

Conclusión: la prevención empieza en casa

Cada huracán, cada tormenta, cada inundación deja una lección que muchas veces olvidamos hasta el próximo aviso. República Dominicana necesita un cambio de mentalidad: pasar de reaccionar, a prevenir.
La naturaleza no espera, y nosotros tampoco deberíamos hacerlo.

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